Enamorándome (cada día) de ella

¡Muy buenos días a todos! Qué bien haber encontrado hoy también mi momento para parar el mundo... No sé qué pasa estas semanas que me faltan horas en el día, creo que tengo un serio problema de organización. Prometo (intentar) no faltar a mi cita diaria con vosotros. 

Antes de nada, quería mandar desde aquí un beso enorme y todo el ánimo del mundo a un compañero de profesión, a Paco González. Esta mañana, su mujer y su hija han sido atacadas por dos personas cuando se dirigían en coche al colegio. Aquí podéis leer la noticia. Mucho ánimo para la familia y espero que pronto se recuperen. 

Hoy me gustaría parar el mundo para hablaros de ella, de quien ocupa la mayor parte de mis días desde que me la presentaran hace ahora unos doce años. No os voy a negar que, como en toda relación, tenemos nuestros más y nuestros menos. Sí, nuestra relación también tiene "altibajos", pero lo nuestro fue un flechazo, un amor a primera vista. Al menos lo fue para mi. Ella no tiene voz para admitirlo. En realidad no tiene una sola voz, las tiene todas. A veces parece un hombre sabio seguro de sí mismo, otras veces se pone en la piel de una mujer dulce y delicada. En ocasiones es divertida y alocada y otras veces es seria y rigurosa. En algunos momentos vive de la música, en otros prefiere la palabra. Así es ella. Así es la RADIO. 



La radio, que además de ser mi modo de vida, es mi pasión. Es verdad que nada más conocerla me enamoré de ella. Desde bien joven yo tenía claro que quería dedicarme al periodismo, era una vocación que sabía que tenía y que corroboré viendo una serie de televisión. No, no era Periodistas (jejeje), era Médico de Familia. Yo quería ser Lydia Bosch en esa serie, quería trabajar en un periódico, pasar por una radio y terminar en televisión. Lo tenía clarísimo. Sabía que quería ser periodista pero no sabía que un medio como la radio me iba a llenar tanto. 

Eso lo supe en mis primeros días de Universidad. Un compañero me dijo que en la radio de la facultad buscaban gente, que era una buena oportunidad porque además te daban créditos de libre elección (o libre configuración) y así te podías quitar alguna que otra asignatura. Y para allá que fui, a ver qué era eso. Lo que empezó siendo una actividad más se convirtió en una gran pasión. Todos los años, hasta que terminé la Universidad, buscaba huecos en el calendario para tener mi momento con ella. Hice informativos, programas deportivos, de viajes... ¡Qué recuerdos! 

Como no podía ser de otra forma, mis primeras prácticas fueron en la radio. Y eso, os aseguro, fue casual. Un verano en Onda Cero, el otro en COPE... y poco a poco la unión entre nosotras se fue haciendo más fuerte. La radio tiene algo que engancha, 'el gusanillo de la radio' como lo llama una amiga mía. La radio es pura magia, te atrapa y te emociona. 


No sé si nuestra relación será eterna pero hoy tengo la suerte de disfrutar cada día de ella y de vosotros, que estáis al otro lado. Porque la radio no solo son los locutores que están detrás del micrófono, la radio no es nada sin todos los que la encienden por las mañanas, al llegar al coche, mientras hacen la comida, antes de irse a dormir... La radio no tiene sentido sin los que buscan en ella informarse, entretenerse o simplemente un poco de compañía. 

¡Larga vida a la radio!

Nos volvemos a leer mañana.



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