Este es el tercer viernes que tengo la posibilidad de deciros a través de este rinconcito es de ¡¡Feliz viernes!! Y para celebrar que comienza un nuevo fin de semana, la entrada de hoy es un poco especial. Un popurrí de lo mucho (o poco) que me ha pasado esta semana. Siempre que digo lo de popurrí me acuerdo del programa Furor de Alonso Caparrós... popurrí, porpurrí... popurrí, popurrí ¿Os acordáis? Cómo me gustaba, por cierto.
Lo primero de todo, aunque tampoco quiere decir que eso sea lo más importante, ¡ayer (por fin) fui al gimnasio! Sí, conseguí hacerle frente a la pereza, como os decía en el post anterior, me enfundé las mallas (que, por cierto, me aprietan en exceso) y puse rumbo a mi gimnasio para entrar en una clase de zumba. ¡Qué divertido y qué manera de sudar! La verdad es que la primera toma de contacto con esta 'modalidad deportiva' fue muy buena. Y eso que, tampoco os voy a engañar, los primeros 10 minutos de clase me pasé intentando saber dónde tenía las piernas... ¡Vaya pato mareado! Todos y todas para un lado, yo para el otro... que había que mover la cadera en círculo, pues yo daba vueltas como una peonza... Pero una vez que me centré, todo empezó a rodar. La semana que viene, me volverán a ver por allí. Oye, igual me gusta tanto que me hago una experta en zumba. Aunque también os digo, que con que se me quede el tipazo de la monitora, ya me conformo. Aquí os dejo una foto que confirma (más o menos) todo lo que os acabo de decir. Tened en cuenta que me acababa de despertar de la siesta y que esto de los selfies todavía lo tengo que mejorar. ¡Qué horror de foto!
Lo segundo... ¡Ya tengo conmigo mi capricho de la semana! Ya os dije que no soy de caprichos pero esta semana me apeteció hacerme un regalo en forma de zapatillas (me encantan los zapatos). Este viernes cuando lo he recibido me he puesto hasta nerviosa, como una niña pequeña con zapatos nuevos, y nunca mejor dicho. ¡Qué ganas de estrenarlos!
Me habéis pedido por aquí que cuente bien la historia de El Pipón que he contado esta mañana en el programa y por qué es especial para mi. El Pipón es una tienda de golosinas y frutos secos que está en el madrileño barrio de Aluche, en la estación de metro. Lleva más de 20 años abierta y, tal y como publicaba El Mundo esta semana, ahora podría cerrar por no tener una licencia de actividad que le exige el Ayuntamiento de Madrid. Para mi es un sitio muy especial porque frente a su puerta mi chico y yo nos dimos el primer beso. Todavía ahora, cuando pasamos por delante, lo recordamos como uno de los momentos más especiales de nuestra historia. Fue un 9 de enero de hace ahora 8 años. Fue tan especial que ese día se convirtió en la fecha de nuestro aniversario. ¡Qué bonito! ¿Tenéis vosotros también algún sitio especial?
Dicho todo esto, me voy a ir despidiendo que en unas horas empieza mi fin de semana. Este sábado toca teatro, nos vamos a ver a la gran María Luisa Merlo en su comedia Locos por el té. El lunes os cuento. ¡Buen finde!
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