Llevo tiempo dándole vueltas a una idea que se ha convertido en una necesidad: desaparecer. No hacerlo en el sentido literal ni más trágico del término, que nadie se asuste. Desparecer para coger aire, para conectar de nuevo conmigo misma, escucharme, sentirme... volver a ser yo.
En los últimos meses el ruido se ha apoderado de mí y no me ha dejado escucharme de verdad y no hay nada más peligroso que olvidarse de uno mismo. Hay etapas, épocas, en las que se hace necesario mirar (sólo) fuera para poder tirar y "capear el temporal" pero también hay que saber parar. Casi siempre el cuerpo te lo dice, te va avisando... y es ahí cuando se hace inevitable e imprescindible.
Pero ¿cómo desaparecemos en un mundo que gira a una velocidad más rápida de la que podemos llegar a gestionar? ¿Cómo nos escuchamos si parece que vivimos en una sociedad en la que sólo vale lo de fuera y poco importa lo de dentro? Me encantaría tener una respuesta válida pero me temo que no la hay. Al menos no una única respuesta. Cada uno lo hace como buenamente puede y quiere que oye, las necesidades y los deseos son igual de importantes.
Dejarse fluir se antoja complicado cuando los ritmos están marcados por otros pero para SER, en el sentido amplio del término, es necesario dejarse llevar. Ser uno mismo, conectar con la esencia... Para todo ello hay que saber RESPIRAR de manera consciente, darse tiempo para tomar aire, para sentir como éste entra en los pulmones, como sale y vuelve a entrar y así una y otra vez.
Hay que intentar apartar el ruido con el que convivimos para escuchar esa vocecilla interna que nos habla de deseos, necesidades, miedos, sueños, odios... Es nuestra VOZ, que vive callada más de lo que debiera para atender otras voces que pensamos más poderosas, con más autoridad. ¡Qué equivocados estamos y qué fácil olvidamos que para poder estar bien con el mundo debemos estarlo primero con nosotros mismos!
Hay que buscar el momento y saber apartarse, tomarnos nuestro TIEMPO sin sentirnos culpables. Un día serán sólo 5 minutos pero... ¡benditos y valiosos minutos que nos permitirán estar con nosotros mismos! Quizá al día siguiente logremos arañarle más minutos al reloj para tomar conciencia de quiénes somos, qué queremos, qué necesitamos y qué tenemos que apartar de nuestro lado. Porque sí, también a veces hay que saber apartar lo que no nos deja transitar por el camino que hemos trazado. El nuestro, el único válido.
Desparecer para volver a ser. Ese es mi propósito para este nuevo año. Reencontrarme conmigo misma en este caos en el que se ha convertido mi mundo. ¿Alguien se apunta?
"Nunca debes perder tu forma de ser, tu esencia, la humildad de tu alma, la voz de tu corazón, el respeto a ti mismo y el valor por la vida"
(Leo Pavoni)
Me apunto! ;-) Seguro que consigues tu estimulante propósito para este año. Bonito y sincero post. Enhorabuena, Marta!
ResponderEliminarMuchas gracias José Luis. Un beso fuerte.
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