01- Conviviendo con Martina: una compañía tóxica

 Lleva tiempo conmigo, aunque en ningún momento le había puesto nombre. Nunca había tratado de convertirla en mi amiga porque pensé que sería algo fugaz, parte de una de esas etapas en las que convives con alguien de manera circunstancial y “si te he visto no me acuerdo”. Como un compañero de trabajo que aparece por la oficina para reforzar el equipo durante un proyecto y luego se va sin más, sin dejar huella, ni siquiera el rastro de un número de teléfono en tu agenda del móvil. O ese conocido que un día se suma a tu fiesta y al día siguiente desaparece sin dejar rastro. Como las algas que trae la corriente a la orilla durante el invierno y una ola se encarga de devolver a su sitio.

Confiaba en que sería eso, sinceramente. Pero no, veo que no. Y empiezo a asumir que vivirá conmigo de por vida. Hablando alto. Muy alto. Excesivamente alto. Poniendo palos a las ruedas para que dejen de girar. Frenando iniciativas, aspiraciones, sueños. Como una relación tóxica… de esas que, por desgracia, tan bien conozco. Esas relaciones que consumen y transforman tu energía para no dejarte hacer, para no dejarte ser.

Así que he decidido, que ya que va a estar conmigo una larga temporada, al menos ponerle nombre: 

OS PRESENTO A MARTINA

Lo bueno, si es que hay algo bueno en su existencia, es que no ocupa sitio en casa. No tengo que prepararle una habitación ni vaciarle un cajón de mi armario. No necesita espacio. No quiere nada material. Lo que quiere es mucho peor: el boicot. ¿Con qué finalidad? Todavía no lo sé. Quizá en esta serie que inauguro hoy bajo el título "Conviviendo con Martina" lo vayamos descubriendo juntos. Quizá así consigamos desenmascararla y plantarle cara. Tal vez de esa manera deje de molestar y se marche por donde ha venido… si es que ha venido de algún lugar.

 ¿Convivís vosotros con alguna Martina?

 

“Si escuchas una voz en tu interior que te dice que no puedes pintar, pinta y esa voz se callará”
(Vincent Van Gogh)

Comentarios