Hoy no puedo más. Estoy cansada, agotada, exhausta... Y así un día tras otro. Sin concesiones. Sin descanso. Un cansancio físico y también mental, hasta la extenuación. Y no veo salida más allá de seguir acumulando piedras en una mochila que ya pesa y duele, que magulla la espalda. Una mochila invisible donde cargo mis miedos, mis preocupaciones, mis necesidades y también las de mis hijos , las de mi familia, con algún resto de culpa que se cuela entre las costuras. Y trato de dejarla en casa, de pedir ayuda para acarrearla... pero al final siempre la veo a mi espalda, como hecha a medida. Esta es mi situación desde que llegó a mi vida mi segundo hijo (no recuerdo que fuera así con el primero). Nadie me dijo que ser mamá de dos fuera una experiencia tan brutal... en todos los sentidos. Que es lo más maravilloso del mundo, que sí, que no lo cambio por nada, que mis hijos son mi todo. TODO, en mayúsculas. Pero algo está fallando si las familias llegamos exhaustas al final del día . Jor
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